Según la evidencia, la universalización de la educación superior amplía las posibilidades de movilidad social y extiende retornos privados y sociales a una creciente población. No obstante, la diversificación y jerarquización institucional han hecho que estos retornos sean diferenciados según instituciones y carreras. Dado el alto número de estudiantes asistiendo a la educación superior, determinar quiénes acceden a este nivel ya no es suficiente para analizar su efecto en la movilidad y equidad del sistema. Se requiere también conocer el perfil de quienes ingresan a las instituciones más prestigiosas, que son precisamente donde se concentran los mayores beneficios económicos por asistir a la universidad.
Durante la década de 2010, Chile desarrolló diversas medidas para promover la equidad en el acceso a la educación superior, entre las que se encuentran la inclusión del Ranking de Egreso en el proceso de admisión universitario desde 2013, la creación del Programa de Acompañamiento y Acceso Efectivo a la Educación Superior (PACE) en 2015 y la gratuidad para el 60% de la población de menores ingresos desde 2016. La evidencia nacional sugiere que estas intervenciones han tenido un efecto reducido en las universidades de élite, cuya matrícula se mantiene concentrada en estudiantes de ingresos altos (Kuzmanic et al., 2023). Sin embargo, las instituciones de élite son distintas entre sí en cuanto a su misión, visión y ubicación, generando matices en sus procesos de integración social.
Buscando profundizar en estos matices, un estudio de investigadores del CIAE del Instituto de Estudios Avanzados en Educación de la U. de Chile, junto a académicos de las facultades de Educación de la UC y de la Universidad Autónoma, analizó los cambios en la composición socioeconómica de tres grupos de universidades de élite entre 2009 y 2019. El primer grupo (universidades de élite tradicionales) está compuesto por las dos universidades más antiguas del país: la Universidad de Chile y la Pontificia Universidad Católica de Chile. El segundo grupo (nuevas universidades de élite) incluye las sedes de Santiago de las universidades De Los Andes, Adolfo Ibáñez y Del Desarrollo, las cuales han incorporado menos mecanismos de inclusión en comparación a las otras instituciones analizadas en este estudio. El tercer grupo (universidades de élite regionales) incluye a tres casas de estudio que tienen sus sedes centrales fuera de la Región Metropolitana: las universidades Federico Santa María, De Concepción y la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. El estudio se centró en analizar los cambios en la composición socioeconómica de la matrícula de primer año de cada grupo y universidad.
Figura 1
Los resultados muestran que, entre 2009 y 2019, hubo un aumento en el número de estudiantes en las universidades de élite tradicionales, favoreciendo a los grupos socioeconómicos bajos y medios. Como consecuencia, en dichos planteles, los estudiantes del 50% de menor nivel socioeconómico (NSE) pasaron de representar el 6% de su matrícula al 14% en 10 años, mientras que los estudiantes del 20% de mayor NSE disminuyeron su participación relativa de 77% a 63% (ver figura 1). En contraste, las nuevas universidades de élite expandieron su matrícula sin alterar la participación de los estudiantes de bajo NSE, quienes permanecieron siendo menos del 2% del total de su alumnado. Por su parte, las universidades regionales de élite ya eran más diversas socialmente en 2009 (21% de su matrícula provenía del 50% de menor NSE) y aumentaron aún más la participación de grupos de bajo NSE, llegando a 29% en 2019.
Estos resultados indican que un número creciente de estudiantes de bajo nivel socioeconómico han podido acceder a universidades de alto prestigio, permitiendo la gradual renovación de la élite -ello a pesar de la crisis de los liceos emblemáticos de Santiago-. Sin embargo, persisten importantes desafíos para fortalecer la presencia de estudiantes provenientes del 50% de menor NSE en estas universidades, particularmente en la Región Metropolitana. La evidencia internacional da cuenta que interactuar con pares de diversos orígenes y características beneficia el pensamiento crítico y participación cívica de los estudiantes (Laird, 2005; Gurin et al., 2002). Por ende, la diversidad socioeconómica de las universidades de élite no solo es necesario para lograr mayor equidad social, sino también para fortalecer la formación de los futuros líderes del país.
Para saber más
Además de la universidad, la carrera en que se matriculan los estudiantes es crítica para comprender los procesos de segregación en la educación superior. En Chile, en torno al 40% de la segregación de los estudiantes de mayores ingresos ocurre dentro de las universidades, entre carreras (Kuzmanic et al., 2023). En este sentido, la evidencia destaca cuatro carreras que son sido centrales en la formación de los líderes políticos y económicos del país: Ingeniería Comercial, Derecho, Ingeniería Civil y Medicina (Villalobos et al., 2020). Los resultados del presente estudio muestran que, dentro de cada grupo de universidades, la diversidad socioeconómica en estas carreras es menor y su recomposición social es más lenta.
Resultados
- En las universidades de élite tradicionales y de regiones, la presencia de grupos socioeconómicos bajos y medios aumentó entre 2009 y 2019.
- En los planteles tradicionales de élite, los estudiantes del 50% de menor nivel socioeconómico (NSE) pasaron de representar el 6% de su matrícula en 2009 a 14% en 2019. En los de regiones, dichos estudiantes pasaron de ser el 21% de su matrícula al 29% en el mismo periodo.
- En las nuevas universidades de élite, los estudiantes provenientes del 50% de menor NSE permanecieron representando menos del 2% de sus matrículas durante este periodo.
Título: Cambio y recomposición social en universidades y carreras de élite en Chile (2009 -2019)
Autores: Juan Pablo Valenzuela (CIAE U. de Chile) Danilo Kuzmanic (CIAE U. de Chile) Cristóbal Villalobos (Fac. Educación UC) María Luisa Quaresma (Fac. Educación U. Autónoma)
Referencias
Gurin, P., Dey, E., Hurtado, S. y Gurin, G. (2002). Diversity and higher education: Theory and impact on educational outcomes. Harvard Educational Review, 72(3), 330-367. https://doi.org/10.17763/haer.72.3.01151786u134n051
Kuzmanic, D., Valenzuela, J. P., Villalobos, C., y Quaresma, M. L. (2021). Socioeconomic Segregation in Higher Education: Evidence for Chile (2009-2017). Higher Education Policy, 36, 329-350. https://doi.org/10.1057/s41307-021-00258-6
Laird, T. F. N. (2005). College students’ experiences with diversity and their effects on academic self-confidence, social agency, and disposition toward critical thinking. Research in Higher Education, 46(4), 365-387. https://doi.org/10.1007/s11162-005-2966-1
Villalobos, C., Quaresma, M. L. y Franetovic, G. (2020). Mapeando a la élite en las universidades chilenas. Un análisis cuantitativo-multidimensional. Revista Española de Sociología, 29(3), 523-541. https://doi.org/10.22325/fes/res.2020.33